Voy a dedicar la entrada de hoy a mis compañeros varones de autobús, Metro y tren que con su calor corporal (del olor no hablo porque a cualquiera nos puede abandonar el desodorante) y su cercanía hacen que me sienta más acompañada en mis desplazamientos diarios por toda la red de transportes de la Comunidad de Madrid.
Últimamente debo tener un sex appeal especial porque no paran de sentarse a mi lado chicos, aunque si lo pienso bien, también puede ser porque los jovencitos me ven con confianza como una mamá, y los talluditos, como una mamá con el arroz más que pasado.
De una manera o de otra, a «mis chicos» les he bautizado como «Vaqueros» porque cuando se me sientan al lado no puedo evitar acordarme de John Wayne y todos esos vaqueros que salían en las películas del Oeste americano con las que crecí, cuando solo había dos canales de televisión y nos acompañaban en las sobremesas de mi casa, mientras tomábamos el café después de comer.
Vaqueros fuertes, valientes, apuestos, buenos y malos pero todos, todos, con la misma pose cuando se bajaban del caballo, las piernas abiertas, marcando territorio como diciendo, «aquí estoy yo». Para mi desgracia, así es como van «mis chicos». Se sientan, abren las piernas y marcan su espacio, su territorio. Ya puedes intentar hacerte hueco que no hay manera, su espacio, es su espacio, el tuyo, el que quede. De ahí que compartamos calor humano porque inevitablemente vamos pegaditos, sin que corra el aire entre su pierna y la mía…realmente tremendo.
Se que esta queja ha sido objeto de campañas publicitarias en otras ciudades como en Nueva York. Incluyo una reseña de las muchas que he encontrado en Internet del llamado Menspreading en la que se apelaba a la urbanidad de los varones para que cerraran las piernas y respetaran el espacio vital de las usuarias del transporte público (https://espacio6y2.wordpress.com/2015/07/06/cierren-las-piernas-manspreading/).
No sé si habrá tenido mucho éxito. Personalmente, me parece muy fuerte que este comportamiento tenga que ser objeto de una campaña de concienciación colectiva, multas incluidas, cuando debería estar aprendido e interiorizado al igual que ceder el paso o dejar salir antes de entrar, pero si estamos en estos niveles de ineducación o mala educación, desde aquí hago mi llamamiento particular a que incluyan este mensaje en la red de transporte público de Madrid.
Así que bueno, para los chicos que puedan leer esto, si no lo haces, enhorabuena; y si lo haces, por favor piensa en tu compañera de asiento y respeta el espacio ajeno que «amar es compartir» pero ¡que corra el aire!.
Y no sólo las piernas, también están los que van tecleando en el móvil y expanden los brazos que no veas. A mí me pasó el otro día en el autobús, fui todo el viaje encogida hasta que me harté y le di un leve codazo para que dejara de empujarme. Dio resultado pero puso cara de cabreo, como ofendido él.
Buena entrada. Saludos.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Temblando estoy de que llegue el verano…todos pegaditos, habrá que ejercitar los codos.
Gracias Eva!
Me gustaMe gusta