Cómo evitar el sol con estilo (y si ya es tarde para ti, cómo corregir el fotoenvejecimiento)

Os dejo esta entrada muy interesante. Yo ya sé qué reparador necesito.
Cuidadito con el sol!

botikaria

Es impresionante la cantidad de mujeres que nos negamos en redondo a dejar de tomar el sol por más que los daños sean evidentes.  Sabemos que el fotoenvejecimiento es el daño solar acumulado en las células de la piel después de tantos años de exposición solar, pero lo que no asumimos es que el 80% del envejecimiento que vemos en nuestro rostro se debe al sol.  Ahora imagínate eliminar de tu rostro (haz como las famosas y usa Photoshop ) las arrugas profundas, la piel engrosada, las manchas y las asperezas. Fuerte, no?

camionero-expuesto-al-solSi leíste la guía para principiantes, verías una foto simulada de como sería un rostro femenino mitad con daño solar y mitad sin él, pero como lo simulado no convence, hoy puedes apreciar el caso real de un camionero de 69 años con un lateral de su rostro expuesto durante 25 años al sol…

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Armas de mujer veraniegas

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Con el verano aumentamos nuestros cuidados personales sobre depilación, manicura y pedicura y melena. ¡Yo hablando de estética!, sigue leyendo…

Abren las piscinas, vamos a la playa y hay que deshacerse del anti estético vello corporal. Algunas privilegiadas con la depilación láser se han olvidado de este engorro pero muchas seguimos con la Silk Epil, cuchillas…El caso es que aunque creas que has terminado con el vello y te hayas dejado la vista mirando y remirando para comprobar que tus piernas son pura seda, siempre, siempre, aparecerá alguno en el momento y en la situación que menos te lo esperas.

El caso es que no sé qué tiene la luz directa del sol que nada más sentarte en la toalla y ¡ahí está!, un minúsculo pelo que no viste con la luz del baño y que se quedará contigo toda la mañana, claro está.

Otras veces, el «superviviente» no es tuyo, es de tu amiga o vecina y no puedes dejar de mirarlo, parece que te desafía desde la axila ajena, y es otro que se queda a pasar la mañana contigo.

Cuando ya hemos dominado el vello, viene la tarea del pelo. Este año me he comprado un acondicionador bifásico para proteger el cabello de todos los rayos que se atrevan a acercarse a él. ¿Qué tal funciona?, os preguntaréis, no tengo ni idea. Sigue muy bien guardado en el armarito del baño esperando que su dueña se acuerde de que lo tiene. Espero que al escribirlo ahora se me fije en la mente. De mi pelo, me acuerdo cuando intento quitarme la goma de la coleta después de bañarme y trato de desenredarlo, ahí me acuerdo del bifásico y de lo desastre que soy para mis cuidados.

Como veis, soy muy basiquita en los cuidados de verano en general, voy a lo importante y a lo que menos tiempo me quite. Para mí es más importante no olvidarme de las gafas de bucear de los niños y de dos cambios de bañadores para ellos que mis cuidados «imprescindibles» para sobrevivir al verano.

Pero no en todo soy un desastre, anoche avancé con la manicura y la pedicura. Aproveché la prórroga del Croacia-Portugal, que los niños ya dormían, y por fin estoy hecha una señorita. Arregladita para ponerme sandalias y lucir los pies blancos que tanto me cuesta que cojan color, ¿por qué será?.

Lo que sí ha cogido color es la mitad de mi escote. No es que tome el sol con un bañador excesivamente cerrado, es que desde hace unos años, me temo que por los excesos de juventud, de habérmelo quemado tantas veces, a parte de tenerlo lleno de pecas y lunares (manchas, dicen) que a mí me encantan, la parte alta coge el color más rápido que el resto.

La culpa es de que antes de hacerme fan de la protección solar 50, con mis amigas nos dedicamos a experimentar con cremas solares caseras y «milagrosas» como crema Nivea con mercromina, Coca Cola con algo más y aceite de oliva con no sé qué. Por suerte no acabamos con quemaduras importantes pero fue una barbaridad que desde luego no recomiendo probar a nadie.

Hoy he estado en la piscina tan preparada que me sentía extraña. No sé si era porque me pesaban las uñas por el esmalte, porque estaba más aerodinámica para correr detrás de los niños por la falta de vello,  o que mi pelo paraba las radiaciones solares por el acondicionador, y me sentía como una súper heroína con poderes en la cabeza para parar los rayos de los malos.

El caso es que al verme en el espejo del ascensor, confieso que el resultado merece la pena, aunque tantas armas de mujer son agotadoras y duran demasiado poco. Es como cuando se planta de repente una nube y te quedas sin sol, sin darte cuenta, ya estás luchando otra vez contra el vello que no se cansa de aparecer, creciendo cada uno a su ritmo, ¡qué provocadores por favor!.

Bueno, no os desaniméis con vuestros cuidados que seguro que estáis fantásticas. Yo seguiré con mis prácticas y me repetiré como un mantra estético, ¡porque yo lo valgo!.

Una luz en medio del Mediterráneo

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Hace unos días a través de Twitter descubrí una noticia en el periódico La Vanguardia en la que se hacían eco de una nueva aplicación para móviles y tabletas que por ahora solo funciona en dispositivos de Apple ( disponible gratis en la App Store) pero en breve llegará también a los de Android.

La aplicación se llama I SEA APP. Creada por una ONG de Malta (MOAS, http://www.moas.eu) que se dedica a ayudar y a salvar la vida de los inmigrantes que en pateras, barcas, botes y todo tipo de embarcaciones, se lanzan a la aventura de cruzar el Mediterráneo.

La aplicación utiliza imágenes de satélite del mar y las divide en millones de pequeñas porciones que son asignadas a cada usuario. De esta manera, cada uno puede fijarse en un área concreta en busca de embarcaciones con inmigrantes y en el caso de detectar una posible patera, enviar una alerta a MOAS, que analizará la imagen y si es necesario pondrá en marcha una operación de rescate.

Después de leer el artículo y empaparme de la web de MOAS, me la descargué, y una vez buscadas las coordenadas en Google, sé que más o menos mi zona asignada está enfrente de la costa de Libia.

A pesar de lo pequeñitas que son las imágenes, no puedo evitar sentirme responsable de mi tarea, así que ando «enganchada» a mi pequeño trocito del Mediterráneo en busca de algo que pueda parecer una embarcación.

¿Qué horas serán las mejores para lanzarse a una travesía así?. Junto a las coordenadas aparece el estado del tiempo y la temperatura (24º por la noche).

Intento ponerme en la piel de esa pobre gente y pienso que salir de madrugada sería lo mejor aunque inevitablemente el sol cayéndoles de plano debe ser horrible a cualquier hora. ¿Y si salen por la noche?, noche cerrada en el mar con las corrientes y ese rún rún de las olas, me moriría de miedo.

¿Y qué es lo que veo?, pues zonas azules en tonos más claros y más oscuros, puntitos blancos y negros…Difícil reconocer si pueden significar algo. Algunas noches le pido opinión a Carlos que enfrascado en la lectura, mira y remira el puntito sospechoso…

He mandado alguna alerta aunque no sé si sería algo real o solo una mancha más del fondo del mar…

Puede sonar a «postureo» o «buenismo», pero me siento moralmente responsable de que ya que no puedo contribuir económicamente a esta iniciativa, lo que sí puedo es dedicar unos minutos de mi día a «vigilar» mi cuadrante poniendo toda la fe y la esperanza en que desde mi casa pueda ayudar mínimamente a que las personas que pierden la vida en estos viajes tan a la desesperada, disminuyan.

Un dato para reflexionar, según la Organización Internacional de Migraciones (OIM), en 2015 murieron 3.771 personas al intentar cruzar el Mediterráneo mientras huían de guerras, conflictos o persecución, en sus países de origen.

En fin, me pongo la gorra marinera y sigo buscando pateras de esperanza…

Buenas noches.

 

Modo «¡Off!»: probando, probando…

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Acabo de leer un artículo de un médico japonés sobre cómo quedarte dormido con facilidad y como ya sabéis que mi insomnio se ha convertido en un fiel compañero, he pensado ponerlo en práctica.

Lo que pasa es que casi, casi, que le he cogido el gustillo a trasnochar porque es un rato en el que todos duermen y hay un silencio que me permite, curiosear por Internet, leer artículos interesantes, escribir…aunque al día siguiente echo de menos haber dormido un poquito más.

Bueno, en ese artículo, esta eminencia japonesa del sueño recomienda decir un par de palabras mágicas para «parar» nuestro cerebro y dormir a pierna suelta.

La primera es «¡Black!», con ella se consiguen apagar las lucecitas que brillan tras los párpados y caer en una oscuridad total.

La segunda es «¡Off!» para desconectar del todo. Según el autor del método, ha conseguido a base de práctica dormirse en cuestión de segundos.

Así que esta noche me había propuesto practicar el método pero lo que he conseguido es espabilarme más porque como habréis observado, las palabras mágicas las he puesto como las ponía en el artículo, con exclamaciones, porque estas cosas hay que decirlas/pensarlas con convicción para que funcionen.

Pero es que verme intentando respirar tranquila, con mi contrario durmiendo como un bendito y diciéndome  «¡Black! » no ha hecho más que darme la risa, interior y exterior. Y cuando he probado con el «¡Off!» he pensado que si mi bendito me oyera pensaría que estoy como un cencerro, así que más risa interior y exterior.

Total que me he dado por vencida y aquí estoy, escribiendo con mi amigo el insomnio, como todos los días.

Supongo que con práctica puede funcionar pero a mí me suena más bien a como si le estuviera dando órdenes al perro…

Por si os ha picado la curiosidad, os dejo el enlace al artículo por si queréis practicarlo (http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2016-06-16/dormir-descansar-enseguida-neocortex-hipocampo_1217872/).

Si conseguís resultados, por favor, ¡contádmelo!.

Acabo ya y prometo intentarlo de nuevo porque esta noche con tanto viento no creo que la arenilla que haya echado Fernandillo por el tejado haya durado nada. Igual, lo que tengo que hacer es decirle al viento «¡Off!» y a lo mejor consigo que pare y coger el sueño.

Feliz «¡Off!» a todos.

P.D: Las galletas del insomnio no os las recomiendo, es empezar y no parar…Mañana te arrepentirás del banquete, ¡seguro!.

Aterrizando en la piscina

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Ayer estrenamos la piscina. Desde las 10 de la mañana, los niños ya querían estar en la puerta para ver cómo la abrían. Así que pasamos un rato intenso mirando el reloj, «¿ya es la hora?, ¿cuánto falta?, ¿cómo se llamaba la socorrista?».

Entre tanta excitación, me dediqué a organizar la bolsa de la piscina. Seleccioné algún juguete acuático, las pistolas de agua las reservo para más adelante, y les embadurnamos de crema con antelación para que les fuera penetrando antes de que se tiraran al agua.

Cuando por fin se fueron, aproveché para prepararme yo y organizar una segunda bolsa, con una revista, qué ilusa soy, se paseó y volvió a casa sin tocar, primer intento fallido, oooh…Botellitas de agua, klínex, llaves, móvil, más cremas. De todo eso, solo utilicé el móvil para intentar ver la hora aunque no veía un pimiento entre las gafas y el sol, y las llaves para tenerlas preparadas para abrir el portal y meter a mis torbellinos lo más rápido posible.

Curiosidades: creo que he perdido volumen, éso o que el bikini de hace no sé cuántos años está dado de sí. Le pregunté a Carlos y ganó la primera opción (como para decirme otra cosa).

Los bañadores de Carlos han desaparecido, no están en ninguna parte. Dudo de que los haya tirado porque antes todo pasa «mi flitro» pero no sé dónde pueden estar. Total, que estuve rezándole a San Antonio pero como era domingo debía andar desconectado, y no me funcionaron los rezos. Conclusión, que Carlos no se pudo bañar.

Otra alegría fue comprobar que a los niños les sirven todos los bañadores,¡bieeen!. Las camisetas ya son otra historia, algunas les quedan perfectas y con otras parecían una tripa de fuet. El problema es que entre «las apretadillas» algunas son muy especiales para ellos así que hubo que negociar cuáles eran para casa y cuáles para salir. Una lucha dura, que gané yo, frente a Rayo McQueen, un lagarto y una ballena, como veis contrincantes de alto nivel.

Para cuando llegué a la piscina, pensando en sentarme y disfrutar del sol, tocó ver todas las nuevas piruetas y monerías que se les ocurrían, aparte de controlar que no molestaran a los demás niños, que no saltaran pegados a la escalerilla, compartieran las regaderas y demás juguetes acuáticos. Carlos desapareció en seguida, y con una vecina manejamos a los «pececitos» que por más que tiritaban juraban que el agua estaba buenísima. Yo no metí ni un pié, fui de la ducha a la silla y así pasé dos horitas como un árbitro de waterpolo, me faltaba el pito (tomo nota para meterlo también en la bolsa).

Con tanto controlar, se me olvidó darme crema en el cuerpo, en la cara y en el escote me había dado antes de bajar, por lo que acabé un poquito roja y mis niños también porque se me pasó darles una segunda vuelta de crema. Como no salían del agua ni me lo planteé, error, ya lo sé para el próximo día.

Cuando llegó la hora de marcharnos, mejor dicho, de empezar a marcharnos, se volvieron a tirar al agua, otra vez. Negociamos que se secaran, que se cambiaran el bañador y que recogieran. Para cuando ellos estaban listos, yo todavía andaba doblando toallas y cerrando la sombrilla, y tuve que escuchar, «mami, cuánto tardas; mami, tengo hambre»…adorables, ¿verdad?.

Balance de mi primer día de piscina: niños controlados, bien; niños un poquito quemados por los hombros, mal; todos agotados, bien; mamá vuelve a casa relajada, nooo…

Seguiré practicando. Tenemos tres apasionantes meses por delante para cogerle el truquillo y conseguir leerme todas las revistas que lleve, ¡palabra de mami!.

P.D: La foto no se corresponde con mi piscina pero soñar es gratis.

12 de Junio Día mundial contra el trabajo infantil

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Casi terminando el día, un domingo que la mayoría de nosotros habremos compartido con familia, amigos..Perdonadme por ser hoy vuestro «Pepito Grillo» y sacaros de vuestra comodidad para compartir la conmemoración de este día tan vergonzoso.

En la actualidad, cerca de 215 millones de niños trabajan en el mundo, muchos a tiempo completo. Ellos no van a la escuela y no tienen tiempo para jugar. Muchos no reciben alimentación ni cuidados apropiados. Se les niega la oportunidad de ser niños. Más de la mitad de estos niños están expuestos a las peores formas de trabajo infantil como trabajo en ambientes peligrosos, esclavitud, y otras formas de trabajo forzoso, actividades ilícitas incluyendo el tráfico de drogas y prostitución, así como su participación involuntaria en los conflictos armados.

El trabajo infantil prohibido en el derecho internacional queda comprendido en tres categorías, a saber:

1)Las formas incuestionablemente peores de trabajo infantil, que internacionalmente se definen como esclavitud, trata de personas, servidumbre por deudas y otras formas de trabajo forzoso, reclutamiento forzoso de niños para utilizarlos en conflictos armados, prostitución y pornografía, y actividades ilícitas.
2)Un trabajo realizado por un niño que no alcanza la edad mínima especificada para el tipo de trabajo de que se trate (según determine la legislación nacional, de acuerdo con normas internacionalmente aceptadas), y que, por consiguiente, impida probablemente la educación y el pleno desarrollo del niño.
3)Un trabajo que ponga en peligro el bienestar físico, mental o moral del niño, ya sea por su propia naturaleza o por las condiciones en que se realiza, y que se denomina «trabajo peligroso».

Este año 2016, el Día mundial contra el trabajo infantil está dedicado al trabajo infantil en las cadenas de producción. Con 168 millones de niños que todavía son víctimas del trabajo infantil, todas las cadenas de suministro, de la agricultura a la manufactura, de los servicios a la construcción, corren el riesgo de que el trabajo infantil esté presente.

Un gran número de niños hacen trabajos domésticos, remunerados o no, en los hogares de terceras personas. Sus vidas transcurren ocultas a la mirada de la sociedad y lo habitual es que se encuentren aislados y alejados de sus familias. Por ello, estos menores son particularmente vulnerables a la explotación y las historias de abuso son muy frecuentes.

En esta entrada me he apoyado en la documentación que sobre este tema tiene colgada la web de Naciones Unidas (http://www.un.org/es/events/childlabourday/background.shtml).

Aunque lo leáis mañana, espero que no caiga en saco roto y a pesar de nuestras dificultades diarias, sepamos sentirnos privilegiados porque nuestros hijos, sobrinos o nietos no tendrán que vivir esa explotación inhumana.

Peligro:Despistes

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Por suerte o por desgracia, en mi estado actual necesito la ayuda de medicación para coger fuerzas.

He intentado evitarlo porque prefería sacarlo yo «a las bravas» pero cuando ves que no avanzas, hay que reconocer que necesitas un plus de ayuda externa.

A pesar de que lo que me han mandado lo han hecho por mí bien y como complemento, no acaba de hacerme el efecto deseado y me tienen un poco trastocada.

Estas cosas pasan, me dicen como consuelo, pero a mí me consuela poco ver que acabo convirtiéndome en un experimento cual cobaya de laboratorio en el que los errores te dejan hecha polvo.

Lo bueno es que tanto experimento tiene su parte «divertida» aunque a veces me cuesta ver ese punto cómico, y me echaría a llorar.

La principal pega que estoy padeciendo es la falta de memoria a corto plazo. Se me olvidan las cosas, me quedo con la puerta de la nevera abierta pensando qué iba yo a hacer…Otras veces hablando me quedo a medias y al pobre Carlos le toca jugar a las adivinanzas para sacar lo que quería comentarle. Que pase una vez es gracioso, a las diez de la noche, las ganas de adivinar son casi nulas…

Menos mal que con los niños no tengo problema. Al contrario, les encanta que me quede a medio hablar sobre todo si les estaba regañando, se parten de la risa y soltamos tensiones todos. A veces se acercan a darme un beso, me temo que porque me deben ver un poco despistada.

Para solucionar los olvidos, qué mejor que apuntarlo en el móvil, ¡éso hago!, pero se pasa el día pitando y para cuando lo quiero consultar se me ha pasado que tocaba cambiar las toallas o sacar el tupper de las albóndigas para descongelarlo. En realidad un día más, un día menos, lo de las toallas, pasa. Lo de la comida tiene peor solución cuando a la hora de comer me acuerdo de que no tengo nada preparado, ¡pero si apunté sacar el tupper!…pues al rico congelado…menos mal que Carlos lo lleva con resignación y estoy aprendiendo a improvisar más que en Master Chef.

La otra tarde en el médico mientras me decía cómo debía ajustar el tratamiento, abría los ojos mucho, mucho como si el oído estuviera en la vista y acabé pidiéndole que me lo repitiera porque no era capaz de retener tanta información. Ya véis, yo que siempre seré la eterna opositora, que me acuerdo aún del artículo 1 de la Constitución, bueno, el fin justifica los medios, así que respiro, sonrío y a correr.

Mi último gran despiste fue aparecer para clase de Pilates cuando había quedado que a esa hora no podía seguir yendo, ¡y tanto que no podía, iba sin comer!, pero para cuando mi monitora me lo recordó no me acordaba de que lo había cambiado, menos mal que sabe que no estoy en un buen momento. Conseguí recurrir otra vez al humor de «rubia» y salí de allí, con un nudo en la garganta intentando recordar lo que no había sido capaz de recordar, qué pena…

Todo esto me está haciendo tener muy presentes a los enfermos de Alzheimer y de enfermedades neuro degenerativas. Lo suyo por supuesto es mucho más grave, para el enfermo y para sus cuidadores. Lo mío en poco tiempo pasará y volveré a recuperar mi vida. Sus luces y sombras les seguirán acompañando en su camino. Ojalá avance la medicina para frenar este efecto tan cruel y esas miradas perdidas vuelvan a recuperar el brillo de los recuerdos y se mantengan siempre en el presente.

Pero bueno, que no todo en mí son despides y olvidos. La otra tarde me crucé con mi antigua profesora de Yoga, al saludarla me acordé de su nombre (bieeen). Estuve en sus clases a mitad de mi embarazo y coincidió que ella también estaba embarazada, así que hacíamos las dos los mismos ejercicios. Me gustó mucho aunque creo que no llegué a conectar con la Tierra ni con mi cuerpo, quizás porque tenía dos interferencias dentro que me bloqueaban la señal aunque ellos lo pasaban genial sin parar de moverse dentro de mí. No pude evitar reírme cuando me preguntó que qué tal me «fluía» todo, ¡qué le iba a decir!, pues que muy bien, claro. Y así la dejé, y me fui fluyendo a seguir haciendo recados.

Así que si paso por vuestro lado ausente, despistada, no penséis que es mala educación si no os saludo, es que a lo mejor estoy fluyendo entre mi caos perfectamente imperfecto. Pero os agradeceré que me paréis y ejercitemos la memoria juntos.

Hoy me planto en el primer escalón de mi escalera, porque ser capaz de escribir todo esto sin que se me olvide, ¡se merece un Chupa Chups!.