Gripe: Delirios y tomates

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Y ahí estaba yo. En cama, tapada hasta las orejas, de tiritona en tiritona, disfrutando de una gripe heredada de uno de mis hijos.

Siempre me pasa igual, en cuanto les recupero a ellos, yo que barro para casa, me quedo con sus virus, ¡los primeros del año!. Estos los voy a marcar en rojo en el calendario porque una gripe no se coge todos los dias, o si, ya no me acuerdo. Es lo bueno que tengo, no soy rencorosa, y ellos (los virus), lo saben y vuelven a mí como los mosquitos en verano.

En ese duerme vela, entre pesadillas, frío y calor, empecé a repasar tareas pendientes. Como no era capaz de escribir en la agenda del movil porque mi nivel de consciencia no era el suficiente para que mi dedo marcara en el pequeño teclado, pensé en grabar notas de voz.

Busqué dónde estaba y empecé a balbucear entre mocos y fiebre. Al escucharme me asusté, «decil mamá Kirikico de babissss», «qué cena, cenan ellos»…

Sé que me quedé adormilada en algún momento y que volví a escucharme cuando creía que había vuelto a la consciencia pero eso sonaba a una cacofonía del más allá solo entendible por Iker Jiménez.

Tanto esfuerzo por fijarme en la pantalla del móvil hizo que acabara llorando, yo pensé que por el fiebrón, mi mente creo que por vergüenza ajena.

Pero este virus no podía ganarme la partida así que probé a mantenerme despierta ojeando una revista de decoración. Por respeto a la publicación me reservo el nombre porque si no, seguro que me quitan la suscripción.

Ver casas maravillosas cuando estás hecha unos zorros y tu casa sobrevive a tu gripe a duras penas, me provocó taquicardia.

Al llegar a los trucos de limpieza ya me vi más en mi salsa. ¡Lo que voy a aprender!. Antiácaros, vapor, lavado de peluches…¿cómo retener tanta información?, fácil, doblando las esquinas de las páginas para volver a mirarlas más tarde.

No sé si os habrá pasado pero yo he encontrado revistas sobre los cuidados de la casa en verano en noviembre, y con ésta pasará igual pero en mi estado semi inconsciente, doblar un pico o media página era un triunfo y,  !por supuesto que iba a poner los consejos en práctica!, este año sí que sí porque mi nuevo yo de 2017 iba a ser ¡la más en todo! .

Seguí dormitando y dándole vueltas a las manchas de tomate, las peores y más resistentes. Soñaba que frotaba y frotaba y no salían hasta que en la revista encontraba la solución, echarles aceite y sal y frotar, claro, siempre hay que frotar aunque la publicidad del mejor quita manchas diga lo contrario.

Otra vez me desperté balbuceando «con aceite, con aceite». Volví a grabar mi descubrimiento pero llamé al Buzón de Voz…

Entre tanto delirio voy a deciros algo cuerdo, cuerdo: Huye con el tomate porque el aceite y la sal intentarán ponerse en contacto con vosotros en un idioma raro, raro.

 Ahí lo dejo.