Todo al negro

negro

La historia se repite, podría ser la tuya o la mía, la de tu vecina o la de cualquier mujer cercana o muy lejana.

«Y cambié todo al negro…» Pero para llegar ahí antes pasé por el marrón, el verde, el azul, el beige, qué más da un color que otro, todos forman parte del pantone de colores, con cientos de tonalidades cada uno, total, elige el que te guste…

¿En qué momento renunciaste al rojo, al rosa, al amarillo?

¿Y a la ropa de tu talla y a tu pelo y a ti misma?

Es imposible poner una fecha concreta, un acontecimiento especial pero pasó y no te diste cuenta. Lo asumiste porque tenía que ser así, era lo normal, como debía ser porque dejaste de ver, de sentir, de opinar.

Es difícil de explicar y de entender, una mujer hecha y derecha, mayor de edad, reducida a una muñeca, a un ser que ni siente ni padece que solo se deja llevar, sin plantearte ni una sola coma de tu vida.

Hasta que conseguiste salir. Igual que al hacerte una herida a los pocos días la piel se va regenerando, a tu ritmo fuiste despertando y regresando a la vida, a la que tú ibas eligiendo y redescubriste el naranja, el pistacho, todos los colores y sus mil tonalidades, el arco iris a tus pies y apostaste todo al negro, porque el negro tenía premio, VIVIR.

Con todo mi cariño y mi admiración a todas las supervivientes que salieron del marrón y del beige.

Que cada día sean más.