Los toalleros salvavidas
Hoy le dedico esta entrada a los salvavidas de las toallas, de las mantas, de las alfombras…A todos esos profesionales que se dedican a hacer «magia» y a mover a nuestros mayores con la profesionalidad y la soltura de un experto cocinero en voltear tortillas.
Hace unos días los toalleros salvavidas pasaron a auxiliar a mi suegra. Un pequeño resbalón la dejó sentada en el suelo y sin poder levantarse. Nada más pulsar el botón de su collar de la teleasistencia, una voz amiga, puso en marcha a los toalleros para ir a su casa a ayudarla, poco después sus toalleros salvavidas la habían movido y colocado en su butaca. Gracias a Dios, ella estaba bien y todo quedó en un resbalón tonto.
Hablando con Menchu me contaba cómo en un visto y no visto estaba sentada ante la mirada alucinada de los familiares que impotentes esperaban la llegada de los toalleros tragándose la angustia de verla en el suelo sin poderla ayudar.
Pasado el susto y ya riéndonos las dos por lo cómico de la situación en la que sin darse cuenta se había visto metida, me quedó ese runrún de cómo estos profesionales convertían lo difícil en algo aparentemente tan sencillo.
Queridos toalleros salvavidas, gracias por vuestra delicadeza, por vuestra amabilidad, por vuestra profesionalidad, por los ánimos que dais a todos los que auxiliáis y los que al otro lado del teléfono reciben la primera llamada de angustia.
Y ésto ya va dedicado a mi suegra, Menchu, no le cojas el gustillo a viajar en toalla por favor que en lo que viajaba Aladino era en alfombra.