Nota: Una vez escritas mis ideas en serio sobre la celebración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, os dejo otra versión de este día cargada de ironía y con un toque de locura. Espero que lo disfrutéis tanto como yo.
Suena el despertador, son las 6.45 de la mañana, o las 6.50, o las 7, o las 7.30…¿Cuántas veces has renegado de tener que levantarte para ir a trabajar con lo bien que se está en la cama?.
Vamos a ver, ¿a qué pandilla de espabiladas se les ocurrió pensar que para que la mujer se sintiera realizada tenía que tener un trabajo?. ¡Si yo lo que quiero es ser una mujer florero!.
¿Os acordáis de la canción «Mujer florero» que cantaban Ella baila sola?. Dejo el enlace por si queréis recordarla (https://www.youtube.com/watch?v=GWkiG9plkx8). Yo siempre me imaginaba a una señora en bata y zapatillas, con el trapito del polvo, los rulos…¡una maruja en toda regla!. Y a ver, después de tantos años y tanta lucha, ¿qué hemos conseguido?. ¡Un Día Internacional!, ¡bieeeeen! y para celebrar ¿qué?, ¿lo pringadas que somos?.
Veamos en qué consiste la «liberación» que hoy celebramos: nos dejan trabajar y no nos obligan a estar en casa, podemos tener (en mayor o menor medida) independencia económica, nos sirve para demostrarnos que valemos lo mismo o más que los hombres…Vale, si todo eso está muy bien pero la cruda realidad es que yo, a mi edad, hoy, confieso para horror de todas las feministas del mundo que quiero ser ¡MUJER FLORERO!.
¡Lo siento chicas!. Sé que habéis luchado mucho para que pudiera estar donde estoy, soy una desagradecida, pero trabajar es un castigo divino, llegar a casa y tener que seguir trabajando más castigo todavía, y si tienes que ir en transporte público, lo que vuela no es el Metro, ¡son mis fuerzas!.
Total, que quiero el pack completo «Mujer Florero»: chalet, servicio, unos niños sin manchas, chófer, una vida de glamour y lujo donde mis mayores preocupaciones sean elegir mi próximo destino de vacaciones o un nuevo esmalte de uñas.
Si lo fuera, podría apuntarme al gimnasio, practicar todas esas nuevas variedades de yoga o pilates que mantienen a las famosas con un cuerpo diez; beberme todos los zumos detox y vitaminados maravillosamente milagrosos con los que recuperaría la juventud y la tersura de mi piel reseca por tanto humo y polución; me estiraría la piel, me quitaría la grasa que me sobra y mis mechas estarían siempre como recién salidas de la peluquería.
Dejaría de ser una pardilla de la moda perdida entre tantas tendencias y podría cumplir al pie de la letra todos los looks imprescindibles, no como ahora, que para cuando consigo comprarme el vestido lencero, ya ha quedado totalmente superado por los vestidos de inspiración folk…¡oooooh!.
¿Podéis imaginaros una vida así?, yo sí así que jugaré a Euromillones, a La Primitiva y a todo lo que tenga un bote como mínimo de un par de millones de euros, para asegurarme bien el pack completo.
Y bueno, después de haberos convencido a muchas (y seguro que a muchos) de las ventajas de vivir «a lo florero», bajo de nuevo a la realidad deseándoos un Feliz Día de la Mujer Trabajadora.
Sigamos soñando que es gratis pero mañana madrugamos, ¿no?.