Desde hace unos días el insomnio ha vuelto a mi vida. Ha debido de enterarse de que ya estoy metida en la rutina post vacacional y aquí está acompañándome noche tras noche.
Es curioso, porque parece que el cansancio que acumulo a lo largo del día no tiene la fuerza suficiente para provocarme un sueño tranquilo y reparador.
Empecé despertándome a las cinco. Esa hora, cuando estás de vacaciones y no tienes puesto el despertador, es una faena pero se arregla durmiendo cuando consigues caer rendida hasta que te despiertas, o te despiertan los niños, pero si hablamos de días de diario con despertador, es para desesperarte y ya no volver a dormirte porque en nada, sonará el despertador.
La hora ha ido variando y llevo un par de días despertándome a las dos. Me levanto, entro a ver si los niños están tapados, voy al baño, me meto en la cama y me pongo los tapones para oír lo menos posible la respiración profunda de mi marido pero cuando por fin creo que voy a dormirme, empiezo a darle vueltas a cualquier tontería que hace que inevitablemente la cabeza se ponga a funcionar y ya no haya cómo pararla.
Anoche mi desvelo se centró en la forma de posar para una foto y como no lo debía de tener claro y no sé en qué momento acabé quedándome dormida, el tema ha seguido acompañándome todo el día, hasta que esta noche he leído un artículo sobre como posan las famosas. Pensaréis que estoy fatal, pero creo que la manera de pasar página es llegando hasta el final y no dejándolo a medias porque si no, corro el riesgo de volver a desvelarme otra vez con él y la verdad es que ya me parece bastante absurdo como para dedicarle dos noches.
Total, que gracias a Internet, me he puesto al día sobre las técnicas para posar y sacar tu máximo potencial ante una cámara.
Después de la lectura ha llegado la práctica, y ahí estaba yo, frente al espejo lavándome los dientes mientras calculaba cuánto sería girar el cuerpo 45 grados. Una vez conseguido (o eso creo), he cruzado una pierna por delante de la otra, apoyando el pie que queda por delante con el dedo gordo apuntando a la cámara, he apoyado la mano izquierda en mi cintura y he echado un poquito el peso de mi cuerpo hacia atrás.
Cuando he conseguido mantener un poco la postura sin acalambrarme he practicado la sonrisa. Tiene que ser natural, sin forzar, irradiando frescura…A las diez de la noche, irradiar frescura es difícil pero no me he rendido, me he puesto la crema de noche por lo de la frescura, y la he practicado un par de veces, con el cepillo de dientes y sin el cepillo. Al final, no me ha convencido ninguna, he dado el asunto por terminado y me he ido a escribir.
Y aquí estoy, rezando para conseguir dormir del tirón y si me desvelo, que sea para pensar en el calentamiento global, en las energías renovables o en la paz en el mundo y no en este tipo de chorradas que luego me acaban persiguiendo durante el día.
Para conseguirlo, me he empollado cuales son los hábitos más saludables para crear un entorno tranquilo y relajado que invite al sueño y por desgracia, no incluye el escribir un post así que como buena alumna, lo dejo aquí, apago la luz, pongo la mente en blanco y empiezo a hacer respiraciones, ¡ojalá funcione!.