Nana de los Aspersores

aspersor-riego-05.jpg

A las 11.30 de la noche se ponen en marcha los aspersores de una urbanización cercana. En medio del silencio de la noche solo se oye el «psi, psi, psi, psi, psi, …», durante una media hora acompañando a los últimos sonidos del día.

Estos aspersores me hacen recordar los veranos de mi infancia en el Puente de Jontoya, esa urbanización de la que ya os he hablado otras veces.

Allí, todas las noches a las 12 en punto se ponían los aspersores en marcha. Entonces no eran como los de ahora que salen del suelo, hacen su trabajo y vuelven a desaparecer. A los que yo me refiero son esos modelos antiguos de hierro que se clavaban en el césped y sobresalían peligrosamente, parecía que tuvieran un imán para chocarte con ellos a la altura de las rodillas o de las espinillas,  dejándonos un buen recuerdo por ir atontolinados correteando por el césped en la oscuridad.

La urbanización se construyó en lo que había sido una antigua huerta pegada a un río. La extensión de césped era enorme, había árboles altísimos, frutales, rosales, adelfas (que si olías te inflamarían la nariz, o eso era lo que nos decían los mayores) y su mantenimiento requería de muchos aspersores.

Las largas y calurosas noches de verano el césped se llenaba de padres que con sus sillas de piscina hacían la tertulia buscando el fresco que no había en los apartamentos. Los niños bocata en mano jugábamos, corríamos, cantábamos y pasábamos la noche hasta que llegaba la hora de irnos a casa.

La hora bruja eran las 12 de la noche y era imposible que se te olvidara porque empezaban a sonar los aspersores y había que salir corriendo para no mojarte, aunque para nosotros la gracia era mojarte como sin querer y de paso volver fresquito a casa. Era muy divertido ver a los padres despistados con tanta charla salir también corriendo con las sillas y llegar todos mojados a casa.

Cuando por fin estabas en la cama, el sueño iba llegando acompañado del ruido de los aspersores y poco a poco te quedabas dormido como si fuera una Nana.

Ahora la Nana sigue siendo la misma aunque las preocupaciones de entonces eran más sobre qué plan ibas a hacer al día siguiente, si propondrías salir en bici o jugar al Risk, mientras que las que tengo rondando por la cabeza están relacionadas con la comida del día siguiente, no olvidarme de llevarme fruta a la oficina y coger una chaqueta por si hace fresco por la mañana.

Misma banda sonora nocturna, probablemente mismo mes, julio, pero distinto escenario y aunque el personaje es el mismo, una servidora, ni en sus más remotos sueños de infancia se habría imaginado desvelada, viviendo en la sierra, con sus mellizos locatis, su marido, y su perrita Lúa andando por la casa, en busca del fresco que no acaba de entrar por las ventanas.

Finalmente, la Nana del Aspersor acaba haciendo su efecto y el sueño nos vence.

Felices, suaves, calurosas y tranquilas noches de verano.

 

Anuncio publicitario

1, 2, 3…1, 2, 3…¿Bailamos?

img_0183

Confieso que yo también he caido en el embrujo de «La La Land». No creí que fuera a verla porque al ser un musical dudaba de si tendría acompañante pero por suerte pude ir a verla con mi mejor acompañante.

Salimos encantados. Para mí resurgió la «magia» que hacía siglos que no sentía con ninguna película. Dos horas de bailes, canciones, mucho jazz, un vestuario (el de ella) tan femenino, tan favorecedor…ese sueño compartido…Y no os cuento el final porque confío en que podáis verla.

Volvíamos a casa tan contentos por haber disfrutado tanto…¡plan perfecto!, hasta que llegamos a casa y nos esperaba uno de los niños con otitis…La noche redonda acabó en urgencias (nada grave). Aún así, seguía sumida en ese estado de sonrisa permanente mientras consolaba a mi pequeño que rabiaba de dolor.

Cuando la casa se quedó en calma y mi insomnio vino a acompañarme empecé a recordar que hace poco repusieron en algún canal la película «¿Bailamos?». Muchos recordaréis a Richard Gere asistiendo a clases de Bailes de Salón con una profesora que quitaba el hipo (Jennifer López). Otra comedia romántica de sofá y mantita sin un gran argumento pero con esas coreografías y tanto «amor en el aire» que acababas totalmente entregado y deseando buscarte unas clases de baile urgentemente.

Los Bailes de Salón serán otra de las espinitas que se quedarán en mi lista de deseos sin cumplir porque así como a las clases de Danza del Vientre iba yo sola tan feliz, para aprender a bailar el tango, el chá, chá, chá, el vals, la salsa…quiero hacerlo con acompañante, el problema es que mi acompañante favorito, no está dispuesto a lanzarse a la pista de baile.

Total, que ante la falta de acompañante de al menos 1.70 cm. (mis hijos aún no cuentan) tengo que conformarme con bailar conmigo misma. ¿Lo habéis probado?, solo necesitas estar solo y dejarte llevar por la música, fluir…ya sea con auriculares, con la radio de casa, con la del coche o con la tele.

No pongáis caras raras porque, ¿no os habéis fijado en la cantidad de gente que va moviendo la cabeza y cantando en cualquier parte?. En mis desplazamientos diarios hay muchísima gente siguiendo el ritmo de la música con la cabeza, con los piés…Hay una chica con la que coincido algunas mañanas en la parada del autobús para ir a Madrid que no baila pero lleva puestos los auriculares y canta como si estuviera sola, bastante regular pero dando unas voces que espabila y asusta hasta a los perros más madrugadores.

En el metro hay un porcentaje altísimo de gente con los auriculares puestos y muchos irán con musiquita para empezar el día con fuerza. Yo me encuentro entre ellos, aunque lo mío es a un volumen discreto porque los hay que la llevan tan alta que la van compartiendo con todo el vagón. En Madrid hay tanta conciencia social que compartimos los virus, las toses, los malos olores y, ¡hasta la música!.

Recuerdo que cuando estaba embarazada y de baja, me encantaba ponerme música en casa, no solo por estimular a los bebés sino porque necesitaba moverme, estirarme y con las hormonas tan a flor de piel, iba alternando sevillanas, rumbas, pop o rock. Me ponía la radio o los auriculares y me echaba unos bailecitos frente al espejo que tengo en mi habitación, así libremente, ¡era una pasada!.

Total que con esta delicia de película y al volver a ver la de ¿Bailamos?, creo que lo que me encantaría aprender es el «quick step». Se baila en pareja y mientras bailas vas dando como pequeños saltitos, me parece que algo parecido es lo que sale en los números de baile de La La Land y en muchos otros musicales.

¿Y de dónde viene tanta afición al baile?. Estoy segura que de mi madre. Le encantaba el ballet y por injusticias de su época, no la dejaron dedicarse a ello aunque sé que también aprendió bailes regionales y más adelante sevillanas, rumbas…siempre ha intentado seguir ligada al baile y de ahí me vendrá la vena bailonga que por ahora también han heredado mis hijos.

En mi búsqueda sobre a qué clase de baile apuntarme, antes de decidirme por la Danza del Vientre (como os conté en otra entrada), fui a hacer una clase de prueba de Danzas Griegas. No me preguntéis cómo se me ocurrió porque no me acuerdo, solo sé que estaba en fase de búsqueda y encontré la posibilidad de dar una clase gratis de este tipo de danzas. La academia estaba por el centro de Madrid. Los alumnos eran de edades variadas, poquitos, porque os imaginaréis que esa modalidad no tenía muchos seguidores pero, ¡lo pase genial!.

El profesor que yo lo esperaba griego era argentino, no sé qué tienen pero son una gente especial, están en todas partes y ¡saben de todo! (con todos los respetos). Pasé una hora bailando en corro diferentes danzas entre ellas el sirtaki. ¿Os acordáis del anuncio de la colonia Andros que tendrá mil años?. Yo pensaba que esa clase sería como estar en el anuncio pero nada que ver, mucha gente bastante mayor, el profe argentino y no un auténtico griego, hicieron que me desanimara y no volviera más. Estaba claro que mi vena artística no iba a ir por las danzas griegas.

Ahora con los niños no pierdo ocasión de bailar con ellos, hacemos un poco el ganso y lo pasamos genial.

Pero los mejores bailes los he tenido sin duda en la cocina. Llevo casi 10 años bailando con mi mejor acompañante, ése que no iría a unas clase de baile ni borracho pero que no duda en bailar «agarraos» en nuestra cocina.  Así, solos, disfrutando de unos segundos de unión, de risas, de confidencias sobre nuestro día,  mientras nos reflejamos en la cristalera de la terraza de la cocina veo pasar la mejor película de mi vida.

¿Y tú, también bailas?.

Modo «¡Off!»: probando, probando…

image.jpeg

Acabo de leer un artículo de un médico japonés sobre cómo quedarte dormido con facilidad y como ya sabéis que mi insomnio se ha convertido en un fiel compañero, he pensado ponerlo en práctica.

Lo que pasa es que casi, casi, que le he cogido el gustillo a trasnochar porque es un rato en el que todos duermen y hay un silencio que me permite, curiosear por Internet, leer artículos interesantes, escribir…aunque al día siguiente echo de menos haber dormido un poquito más.

Bueno, en ese artículo, esta eminencia japonesa del sueño recomienda decir un par de palabras mágicas para «parar» nuestro cerebro y dormir a pierna suelta.

La primera es «¡Black!», con ella se consiguen apagar las lucecitas que brillan tras los párpados y caer en una oscuridad total.

La segunda es «¡Off!» para desconectar del todo. Según el autor del método, ha conseguido a base de práctica dormirse en cuestión de segundos.

Así que esta noche me había propuesto practicar el método pero lo que he conseguido es espabilarme más porque como habréis observado, las palabras mágicas las he puesto como las ponía en el artículo, con exclamaciones, porque estas cosas hay que decirlas/pensarlas con convicción para que funcionen.

Pero es que verme intentando respirar tranquila, con mi contrario durmiendo como un bendito y diciéndome  «¡Black! » no ha hecho más que darme la risa, interior y exterior. Y cuando he probado con el «¡Off!» he pensado que si mi bendito me oyera pensaría que estoy como un cencerro, así que más risa interior y exterior.

Total que me he dado por vencida y aquí estoy, escribiendo con mi amigo el insomnio, como todos los días.

Supongo que con práctica puede funcionar pero a mí me suena más bien a como si le estuviera dando órdenes al perro…

Por si os ha picado la curiosidad, os dejo el enlace al artículo por si queréis practicarlo (http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2016-06-16/dormir-descansar-enseguida-neocortex-hipocampo_1217872/).

Si conseguís resultados, por favor, ¡contádmelo!.

Acabo ya y prometo intentarlo de nuevo porque esta noche con tanto viento no creo que la arenilla que haya echado Fernandillo por el tejado haya durado nada. Igual, lo que tengo que hacer es decirle al viento «¡Off!» y a lo mejor consigo que pare y coger el sueño.

Feliz «¡Off!» a todos.

P.D: Las galletas del insomnio no os las recomiendo, es empezar y no parar…Mañana te arrepentirás del banquete, ¡seguro!.

Noches de cuento

image

Hoy después del ritual de leer uno o dos cuentos con los niños antes de acostarse, me he dado cuenta de que por ellos he vuelto a descubrir cuentos populares que hacía siglos que no leía. Algunos creía que los recordaba perfectamente hasta que al releerlos he comprobado que me faltaban detallitos que mi memoria había olvidado y ahora los voy refrescando con su lectura y sus ilustraciones.

Mi hora de dormir se va preparando rodeada de hadas, caballeros, dragones, cerditos, princesas, lobos y una larga lista de personajes que consiguen mantener a los niños atentos y haciendo esfuerzos entre bostezos para que no se les cierren los ojitos hasta no saber si a Caperucita se la comerá el lobo.

La pena es que aunque me llevo todos esos personajes conmigo, no me producen el mismo efecto que a ellos y no puedo dormir. El insomnio ha vuelto después de un tiempo desaparecido y no parece que tenga intención de dejarme en paz.

Ni la leche, ni las respiraciones relajadas, ni los rezos consiguen que caiga rendida. Total, que acabo leyendo para no darle vueltas a la cabeza varios blogs que he descubierto hace poco y me tienen enganchada.

Me encanta pasearme por «El blog de una empleada doméstica, Aventuras de una chacha» (https://palomamzs.wordpress.com/). Os lo recomiendo para pasar un rato divertido, la autora escribe fenomenal, te engancha y te leerías todas las entradas del tirón, lo malo es que no me produce ningún sueño, aunque reírme, me río bastante y eso me ayuda a soltar tensiones lo cual es de agradecer siempre.

Para relajarme, bajar el ritmo y alimentar la fantasía que tanto nos falta en nuestra vida «real», me dejo llevar por los cientos de cuentos que forman parte de «Martes de cuento» (https://martesdcuento.wordpress.com/). El de esta semana sobre la cebolla es precioso y suelen tener su moralina. Recomendables para adultos y para niños.

Y así casi llego al final de mi historia, aquí no se comen perdices pero daría mi reino por ponerme a bostezar y dormirme. Quizás es que todavía no ha pasado Fernandillo echando arenilla por mi tejado y por eso no me pican los ojos y me llega el sueño…

Aunque quién sabe, quizás esta noche me visite Campanilla con Peter Pan y acabe soñando y durmiendo con la misma paz y serenidad de mis hijos.

image

Que así sea…

Buenas noches.

Insomnio

image

Desde hace unos días el insomnio ha vuelto a mi vida. Ha debido de enterarse de que ya estoy metida en la rutina post vacacional y aquí está acompañándome noche tras noche.

Es curioso, porque parece que el cansancio que acumulo a lo largo del día no tiene la fuerza suficiente para provocarme un sueño tranquilo y reparador.

Empecé despertándome a las cinco. Esa hora, cuando estás de vacaciones y no tienes puesto el despertador, es una faena pero se arregla durmiendo cuando consigues caer rendida hasta que te despiertas, o te despiertan los niños, pero si hablamos de días de diario con despertador, es para desesperarte y ya no volver a dormirte porque en nada, sonará el despertador.

La hora ha ido variando y llevo un par de días despertándome a las dos. Me levanto, entro a ver si los niños están tapados, voy al baño, me meto en la cama y me pongo los tapones para oír lo menos posible la respiración profunda de mi marido pero cuando por fin creo que voy a dormirme, empiezo a darle vueltas a cualquier tontería que hace que inevitablemente la cabeza se ponga a funcionar y ya no haya cómo pararla.

Anoche mi desvelo se centró en la forma de posar para una foto y como no lo debía de tener claro y no sé en qué momento acabé quedándome dormida, el tema ha seguido acompañándome todo el día, hasta que esta noche he leído un artículo sobre como posan las famosas. Pensaréis que estoy fatal, pero creo que la manera de pasar página es llegando hasta el final y no dejándolo a medias porque si no, corro el riesgo de volver a desvelarme otra vez con él y la verdad es que ya me parece bastante absurdo como para dedicarle dos noches.

Total, que gracias a Internet, me he puesto al día sobre las técnicas para posar y sacar tu máximo potencial ante una cámara.

Después de la lectura ha llegado la práctica, y ahí estaba yo, frente al espejo lavándome los dientes mientras calculaba cuánto sería girar el cuerpo 45 grados. Una vez conseguido (o eso creo), he cruzado una pierna por delante de la otra, apoyando el pie que queda por delante con el dedo gordo apuntando a la cámara, he apoyado la mano izquierda en mi cintura y he echado un poquito el peso de mi cuerpo hacia atrás.

Cuando he conseguido mantener un poco la postura sin acalambrarme he practicado la sonrisa. Tiene que ser natural, sin forzar, irradiando frescura…A las diez de la noche, irradiar frescura es difícil pero no me he rendido, me he puesto la crema de noche por lo de la frescura, y la he practicado un par de veces, con el cepillo de dientes y sin el cepillo. Al final, no me ha convencido ninguna, he dado el asunto por terminado y me he ido a escribir.

Y aquí estoy, rezando para conseguir dormir del tirón y si me desvelo, que sea para pensar en el calentamiento global, en las energías renovables o en la paz en el mundo y no en este tipo de chorradas que luego me acaban persiguiendo durante el día.

Para conseguirlo, me he empollado cuales son los hábitos más saludables para crear un entorno tranquilo y relajado que invite al sueño y por desgracia, no incluye el escribir un post así que como buena alumna, lo dejo aquí, apago la luz, pongo la mente en blanco y empiezo a hacer respiraciones, ¡ojalá funcione!.