Edificio inteligente

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Como os he comentado, mi oficina es una de las torres que hay en Nuevos Ministerios. Tiene 18 plantas y las ventanas de mi departamento tienen unas vistas espectaculares del Paseo de la Castellana hacia Colón pero con el inconveniente de que desde las 9 de la mañana empieza a asomar el sol y nos acompaña hasta después de comer.

Todo el edificio está acristalado y aunque el aire acondicionado no ha funcionado mal en verano, nos encontramos con la curiosa situación de que al estar en noviembre no se puede volver a poner en marcha el aire frío y una de dos, o por los aparatos no sale nada porque los cortan, o sale un aire pastoso y calentorro que solo sirve para que las máquinas hagan ruido pero no enfríen el ambiente. No sirve de nada abrir la puerta que da a los ascensores ni la puerta de emergencia; el edificio es tan «inteligente»que no hace corriente, no se renueva el aire y no se enfría de ninguna manera.

Ante la falta de respuesta por parte de mantenimiento, mis compañeros sacan abanicos, libretas para hacerse aire, se lavan la cara, salen más a la calle y por supuesto adaptas tu ropa hasta dónde puedes para hacerlo lo más llevadero posible.

Los estores tampoco solucionan nada porque son tan finos que sigue pasando la luz y el calor. Intentamos parchearlo poniendo papel marrón de estraza pegado a los cristales o a los estores aunque en mi ventana se calienta tanto el cristal, que el celo se despega y voy a tener que pegarlo con cinta de doble cara. En algunos despachos han optado por poner un trozo de tela a media altura del estor haciendo de doble cortina, pero el calor y la sensación de ahogo sigue rondando en el ambiente.

Ante esta situación, he optado por maquillarme lo justo porque hace unos días al lavarme la cara para sofocar el calor, tuve que rodear el contorno de ojos porque si no se me iba a correr el rímel, y aunque parece que te has lavado, la sensación que te queda es de que no te has refrescado del todo.

Otras opciones que voy a poner en práctica son, comprarme un spray de Agua Thermal, ¡qué gozada, eso si que refresca!, y volver a recuperar el abanico, lo cual me vendría fenomenal para ejercitar brazo y muñeca y acabar cogiendo velocidad para cuando bates huevos.

Para colmo, toda esta locura que nos provoca el calor, lleva a que a medio día, una calima flote en el ambiente y la visión se vuelva borrosa sin saber muy bién si es por llevar tantas horas pegados a la pantalla del ordenador, o porque esa especie de neblina te hace tener visiones extrañas de tus compañeros, dudando de si es un problema de enfoque o de que te va a dar una lipotimia en breve.

Como ejemplo, hay una señora mayor que va muy maquillada que me tiene loca. Cuando me la cruzo y la saludo, fruto de esta calima bochornosa, dudo de si la raya del ojo la lleva pintada en vez de en el párpado de arriba, que es como siempre la había visto hasta ahora, en el de abajo, pero no solo eso, es que de la raya sale un rabillo a lo Cleopatra realmente de infarto, pero como no puedo acercarme tanto como para vérselo, y menos preguntarla porque no tengo confianza, solo espero no encontrármela entre la neblina para evitarme el sofocón de verla y sentir que mi mundo se tambalea.

Después de comer, para airearme un poco, a veces me siento en la escalera de emergencia a respirar aire contaminado pero fresco. Como veis en la foto, las vistas desde la planta 12 al parque de Azca son chulísimas. Me encanta el contraste de los árboles con la torre Picasso, la pena es que en cuanto se mueve un poquito de aire te llegan bocanadas de aire caliente de los aparatos de aire acondicionado de los otros edificios y se rompe la magia.

¿Y por qué no ponen el aire frío?. Pues no lo ponen porque estamos en noviembre y no es época de poner el aire acondicionado, ahora toca calefacción o nada y el aire, es para verano.

Como veis, parece que en mi oficina prefieren seguir rigiéndose por el calendario en vez de por el termómetro. Lo bueno, es que así, al no usar la calefacción, evitamos el gasto energético, y como ciudadanos comprometidos con el medio ambiente, ayudamos a que la «boina» de contaminación que hay sobre Madrid no siga aumentando.

Las consecuencias de esta aportación al medio ambiente como, sofocos, sudores, mareos, lipotimias, locuras transitorias y visión borrosa, está claro que no interesan a nadie.

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