Las 32

Las 32, ¿qué?

Podrían ser escaleras, horas, flores, maletas, canciones, magdalenas, dietas, casas, monedas, bicis, cantantes, guitarras, tortugas…

Hace un tiempo llegó a casa una bici estática, el plan era venderla pero como los posibles compradores casi pretendían que la regaláramos, decidimos quedarnos con ella.

Al principio era la gran atracción para los niños, pedaleaban como podían, tocaban todos los botones, se colgaban del manillar, subían y bajaban el sillín…creo que no pudieron hacer más porque la pobre bici no daba más de sí apagada.

Pasaron los meses y yo la utilizaba muy de vez en cuando.

La semana pasada no sé cómo me llamó la atención. Era por la noche y se me ocurrió ponerla en marcha y volver a probar. Sillín y manillar ajustados, la espalda bien recta y sentada lo más cómoda posible dentro de que a los dos minutos se te clavara como una tortura china. Todavía me acuerdo de una bici roja que tuve cuando pasé de las pequeñas de dos ruedas a toda una señora bici «de mayor». Una Motoretta que estrené un verano con un sillín grande, mullido, un lujo para pedalear por la urbanización donde pasaba los veranos. No tenía timbre pero tenía una cesta delante que hoy habría cargado con agua, el móvil, pañuelos y mil cosas más pero que por aquel entonces como mucho servía para llevar las llaves de casa y la toalla para darme un chapuzón nada más acabar.

A lo que iba, enchufé el cable y empecé a pedalear. Iba bastante bien, las pulsaciones en orden, los metros que avanzaba, las calorías consumidas, pero ¡ay las calorías!, debía de haber un error porque apenas se movía el marcador y ya llevaba dos minutos. De pronto, ya costaba un poco más pedalear, pensé que en vez de estar en el nivel 1 de dificultad, los niños lo habrían tocado y estaría en el 7 u 8 pero qué va, estaba en el 1, ¡el 1! Yo pensaba, un poquito más, ¡vamos!. Las pulsaciones se me iban disparando pero los metros recorridos tomaban forma y eso me animaba.

Intentando distraerme y no mirar constantemente cómo iba mi evolución descubrí un ventilador, lo puse en marcha y salía un airecillo, ¡bién! que al momento empezó a echar polvo acumulado desde no se sabe cuándo que me hizo empezar a toser. Al final me ahogo, pensé, pero viendo que llegaba a los 2 kilómetros recorridos, aumenté el ritmo como pude y ¡fin!

Objetivo alcanzado: 2 kilómetros, 6 minutos, 32 míseras calorías.

La bajada de la bicicleta fue tan patética que no podía quitarme de la cabeza esa escena de la película «El diario de Bridget Jones» cuando la pobre Bridget intenta levantar cabeza y cambiar de vida y se va al gimnasio a ponerse en forma. Al bajarse de la bici, cae a plomo al suelo. Pobre Bridget, seguro que aguantó mucho más tiempo que yo. Conseguí bajar y como es normal, me temblaban las piernas. La bajada por las escaleras para preparar la cena fue una mezcla de baile salsero y corre que te persiguen los malos.

Desde entonces, miro la bici con mucho respeto y entiendo perfectamente que los ciclistas profesionales acaben derrotados después de esas etapas de subidas al cielo y demás.

Superadas las agujetas me he dado cuenta de que ya formo parte de la tribu ciclista. Si me preguntan, podré decir que yo hago salidas cortas, con el viento y la polución en la cara. En cuanto a las calorías, con quemar cien gramos de brócoli, calabacín o melón (31 calorías cada alimento) me doy por satisfecha.

¿O tienes algo que objetar? A ti me gustaría verte montado en mi bici, ¡ja!

4 comentarios

  1. evavill · junio 12, 2018

    Qué dedagradecidas son las calorías, con lo fácil que entran y lo difícil que salen!
    Muy graciosa tu entrada 🙂

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  2. decoralinks · junio 12, 2018

    jajajaja fabulosa entrada! Hacía tiempo que no me reía tanto. Tal vez porque en parte, solo en parte, me he sentido identificada. Claro, que yo tengo más nivel. Hago «spinning» (no bici jajajja) en el gym y con monitor guapetón. Eso sí, virtual. Pero como siempre fija su mirada en mí (solo porque pongo la bici en frente de la pantalla) cuando dice en pie, me levanto, cuando dice sube intensidad, la subo (aunque me deslome). Dios, si le hiciera el mismo caso a mi marido (real) … sería el tío más feliz de la tierra. Y total, como dices, para 32 cochinas calorías. Bueno, y la satisfacción de estar sana (aunque preferiría la de tía buena :D). Un lujazo de post. Besos

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    • teaforti · junio 12, 2018

      Me alegro de que te hayas reído un poco, de eso se trataba. De sacar unas sonrisas entre tanta seriedad del día a día.
      Qué disfrutes de tu spinning, ese es nivel de campeona!
      Un beso

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