Nonsenses

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Hace unas tardes perdí el equilibrio. No fue por un problema de oídos ni de cervicales.

Esa tarde perdí el equilibrio por unos quita miedos de la carretera. No es que yo me dedique a ir saltando quita miedos en mi tiempo libre pero fueron los culpables de que perdiera el equilibrio.

Que conste que estoy totalmente a favor de la función que cumplen. Todas las carreteras deberían tenerlos por su demostrada protección en los accidentes de tráfico.

Mi equilibrio se perdió por la falta de visión de los jefes de conservación de la carretera que se dedican a cambiarlos en hora punta de salida de los colegios y forman un espectacular atasco desde el arranque de la subida de un puerto de montaña hasta pasado el mismo, en una carretera con un carril por sentido de la circulación.

Como «Spain is different», ¿para qué iban a avisar unos kilómetros antes, si podían provocar la desesperación de los conductores que de pronto se veían encerrados en su carril y sin posibilidad de salir por ningún sitio?

Pues dicho y hecho, atasco, desesperación y dos horas para cubrir un trayecto de una hora.

Dentro de lo malo, yo iba en transporte público así que amorticé el billete casi de todo el mes con ese viaje y aunque las vistas del campo eran relajantes, mi equilibrio fue fallando conforme pasaban los minutos y no avanzábamos más que un par de metros.

¿Qué hacer en un caso así? Dormir, que era lo que hacía hasta que me desperté y todo el relajamiento que había conseguido se fue al traste al ver que estábamos parados en la carretera.

Leer, buena opción pero llevaba al lado a una parejita muy acaramelada que se dedicó a compartir sus conversaciones con los demás viajeros y a punto estuve de incluirme en su conversación y opinar sobre los tatoos que llevaban cada uno de un gusto bastante tremendo.

Hablar por teléfono. Solo hice una breve llamada a mi madre dándole instrucciones sobre la recogida de fútbol de uno de mis hijos y pregun tando sobre la salud del otro que llevaba con ella desde media mañana.

Por suerte, en estos casos una super abuela es como si te hubiera tocado la Lotería. Gracias a ella me desequilibro de manera controlada porque ahí está dispuesta a apagar los fuegos que haga falta aunque con las prisas salga sin móvil, sin llaves o sin dinero.

Superado el parón de los quita miedos, el autobús voló por esas carreteras de Dios y llegamos a la estación agotados pero triunfantes.

Recuperada de tanta emoción desequilibrante pensaba por la noche en cómo se pueden complicar las cosas en un momento y que en realidad mi momento de angustia no era nada comparado con los vaivenes y desequilibrios que tendrán que soportar madres en lugares dejados de la mano de casi todos.

¡Pobre niña rica! me vino a la cabeza. Desequilibrios en el primer mundo, vergüenzas inconfesables en otros mundos, los dejados, los abandonados…

«Nonsenses» que diría Mr. Scrooge, en Cuento de Navidad.

«Nonsenses» que espero me hagan aterrizar en lo que de verdad equilibra y desequilibra.

 

 

 

 

 

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Querido diario

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Querido diario:

Hoy cuando ha sonado el despertador, he abierto los ojos con una sonrisa, feliz por haber dormido 6.30 horas. He atinado a ponerme las zapatillas correctamente a la primera y haciendo respiraciones y estiramientos de cuello, he bajado a prepararme el desayuno.

El café tenía un sabor delicioso y lo he acompañado de dos magdalenas y dos bizcochitos de chocolate industriales llenos de colesterol y espero que sin aceite de palma, entiende querido diario que a las 6.45 mi vista no acierte a leer con claridad tanto E-…, y sus derivados, pero ¡qué más da cuando son las 7 de la mañana, de un miércoles cualquiera y los pajaritos cantan!. Al sol todavía no le he visto, tiene suerte y duerme más que yo…

El lavavajillas lo he vaciado al ritmo de los comentarios de Federico (el director de “Es la Mañana de Federico” en Es Radio) con su toque diario de ironía y positivismo, visualizando los “brotes verdes” que se siguen llevando los mismos chorizos y chorizas de todos los días pero, ¡no pasa nada!, soy feliz en ese instante porque estoy centrada en guardar los cubiertos con una sonrisa dedicada a toda mi vajilla, gracias querido lavavajillas por hacer tan bien tu trabajo y dejarme todo reluciente.

Mis hijos han sido dos angelitos que han desayunado en un periquete. Por supuesto se han lavado sin rechistar, se han vestido y han llevado la ropa sucia al cesto sin tener que repetírselo ni una vez. Les ha dado tiempo a jugar y a dejar todo recogido, ¡se respira tanta calma en el ambiente!.

Todo “fluye” con tanta armonía que hasta me dan ganas de cantar como Froilan María en “Sonrisas y Lágrimas” pero como no se saben las canciones, opto por «Susanita tiene un ratón» ésta la siguen mis niños con sus voces dulces y afinadas como angelitos.

Sigo “fluyendo” mientras me arreglo…Opto por un conjunto de la temporada 20.., no doy pistas que luego me copiáis, bueno, solo una, mis hijos eran bebés…¡pero es que me encanta la ropa vintage!.

Mi marido se ha afeitado sin cortarse el pescuezo porque está tan espabilado por haber dormido 6 maravillosas horas y se ha levantado tan descansado que se siente a tope de motivación para empezar a trabajar y dejarse la vista en la pantalla del ordenador pero ningún problema porque está tan, tan guapo con gafas ( esto es en serio). Los “disgustillos” le han llenado la cabeza de canas pero como ese pelo es más fuerte cuando se vuelve plateado, así no se quedará calvo, ¿ves querido diario como todo es maravilloso?.

Mi pequeña peludita “Lúa”, se encarga de “guardar” las zapatillas de casa de todos, a lo mejor han desaparecido las plantillas o les ha hecho un agujerito pero así se ventilan y salen los malos olores. Es un amor peludo que casi, casi no se le sale el pipí del periódico, ¡es una cachorrita tan perfecta!.

Y así con tanto amor, seguimos «fluyendo» cada uno en sus obligaciones.

Esta tarde volveré a mi casita y se me iluminará la cara cuando vea todo lo que tengo en «pendientes» pero, querido diario, ahí estarás tú de testigo para dejar constancia de la ilusión que me hace limpiar los baños y hacer puré.

Querido diario, ¡qué bueno es saber PRIORIZAR!.

«¡Volando voy, volando vengooooo…!».