Invasión de carritos de la compra en el bus

image

De vez en cuando en vez de moverme por Madrid bajo tierra, me desplazo en bus.

Como en cualquier ciudad, rara es la hora en la que no van llenos de gente. Mi hora es casi a medio día, justo antes de que se llenen de niños, estudiantes o trabajadores que acaban la jornada, o están en la pausa de la comida.

Mis compañeros de viaje son de la cuarta o quinta edad. Les llamo así porque creo que lo de la tercera edad ha quedado superado puesto que con 65-70 años, son muchos los que siguen activos y trabajando igual que siempre.

Aunque lo cojo en la cabecera de línea, me quedo de pie ya que a partir de la segunda parada «mis compañeros» empiezan a subir con carritos de la compra, bolsas y más bolsas de un mercado cercano.

Me traen muchos recuerdos esos carritos de la compra por los que asoman perejil, puerros, acelgas…Recuerdo cuando hace años acompañaba a mi madre al mercado y acabábamos igual, cargadas hasta arriba aunque nosotras teníamos la suerte de volver a casa en coche.

Me costaba muchísimo soportar esa mezcla de olores a carne, pescado, casquería, era mareante. Pero era un olor que ahora echo de menos porque mi compra «a mano» se reduce a elegir yo la fruta y la verdura con guantes y a coger casi todo lo demás envasado porque o voy corre que te corre, o tengo a los niños haciendo carreras por los pasillos con las cestas. Puede sonar algo prepotente porque muchos seréis de los de ir al mercado o a la frutería, pescadería pero yo optimizo mi tiempo y mis esfuerzos como mejor puedo, al menos mientras el día no tenga 40 horas.

En cambio «mis compañeros» de bus suben cargados hasta los dientes pero con esa expresión de «qué bien se me ha dado», » ¡vaya pescadilla llevo y qué  precio!»…No lo dudo porque el olor a pescado inunda todo mientras nos vamos quedando sin espacio vital con más y más viajeros.

Creo que los autobuses urbanos deberían llevar maletero como los interurbanos, evitaríamos olores, que te metieran las bolsas encima, cabríamos más y ya no te cuento si una pobre mamá sube con un carrito de niño porque ¡eso es para nota!…Aunque pienses que no va a caber, de pronto se activa un sexto sentido en mis compis y aparece un hueco no sé sabe cómo…El ser humano tiene esas sorpresas maravillosas de generosidad que te sorprenden en las situaciones más variopintas.

Así que ya veis, «colocada» por el olor a comida y exprimido mi espacio vital, voy por calles de barrios desconocidos para mí, pendiente de no pasarme mi parada.

Pero la labor social no acaba ahí porque a pesar de que cada parada es anunciada en un letrero luminoso y por los altavoces, » mi juventud» hace que mis compis me pregunten que si ya llegamos a no se qué parada, o que si les ayudo a desencajar el carrito porque no sale del rincón donde consiguieron meterlo y hora se empeña en no salir. Otra vez ahí, esos abuelitos sacan un chorro de voz no sé de dónde para asegurarse de que el conductor no deja a nadie sin bajar y espera pacientemente las maniobras de los carritos para salir hasta que le dicen, «¡ya estamos!».

Yo que me integro rápido en la situación también acabo dando voces, informando de paradas y comentando los frenazos tan bruscos que dan los autobuses aunque desde luego, caernos no nos vamos a caer porque no hay sitio.

En fin, toda una aventura que confieso, estoy deseando volver a repetir.

¿Y dónde voy yo a esas horas por esas calles de Madrid?, eso es información reservada…Solo os diré que consigo bajarme en mi parada que ya es ¡un éxito!.

Mira que si coincidimos y no lo sabemos, ¿te imaginas?…

4 comentarios

  1. literatoluisrodriguez · octubre 31, 2016

    Aquí en Uruguay, no dejan subir con carritos ni bultos grandes.
    Y la mayoría se jubila a los 60.
    Un abrazo.

    Le gusta a 1 persona

    • teaforti · noviembre 1, 2016

      A los 60! A mí creo que me tocará por ley para los 70.
      Y bueno, en los autobuses sube de todo menos bicis y mascotas asi que la experiencia es como ir de expedición, cada parada es una sorpresa.
      Gracias por tu comentario.

      Saludos hasta allá lejos.

      Ana

      Me gusta

  2. botikaria · noviembre 21, 2016

    Como ves, aunque tarde, al final te leo siempre … y disfruto!

    Me gusta

    • teaforti · noviembre 21, 2016

      Muchas gracias!
      Yo también me tomo mi tiempo pero me empapo de tu sabiduría.
      Me encantan todos tus consejos, son amenos y muy bien documentados.
      Aún no sé cómo te llamas mi querida boticaria.
      Yo soy Ana, creo que ya lo sabes.

      Un besito y nos seguimos leyendo!

      Me gusta

Deja un comentario