Universidad y reencuentros

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Como todos los septiembres, me toca compartir «viajes» con todos los nuevos/as que empiezan su etapa universitaria.

En cuanto a los chicos, suelo coincidir con ellos por las mañanas. La suerte, es que a pesar de que los reencuentros a las siete y pico de la mañana son a un volumen brutal, cargado de palmaditas y efusividad, en cuanto salimos a la carretera, van perdiendo fuelle y se quedan dormidos, angelitos…

Las chicas son otro cantar. Coincidir con ellas a medio día es una tortura que puede durar o solo el trayecto de vuelta a casa, o unos minutos más si tengo la «suerte» de hacer con ellas la cola hasta que llega el autobús.

Supongo que a esas edades yo era igual de «intensa» hablando pero de verdad que me alucina el énfasis con el que cuentan hasta el más mínimo detalle.

Pasada la sorpresa inicial del reencuentro, siguen contando las carreras elegidas por ellas y hacen mil preguntas sobre antiguos compañeros con los perdieron el contacto cuando acabaron el curso el pasado junio.

Por supuesto, sus carreras son «lo más de lo más». Empiezan a entonarse con la elección de universidad pública o privada, siguen con competiciones para ver quien tiene los horarios de clases y de prácticas más horribles …Ya tienen «calados» a los profes majos, huesos, capullos, los mejores desayunos en las distintas facultades…

Y sobre las compañeras de clase…A muchas les pitarán los oídos a medio día y lo achacarán a los cambios de presión, o al ruido de la ciudad cuando en realidad, son mis compañeras de viaje que se dedican a ensalzar hasta el «súper majísima», o a hundir hasta «la más rarita» a todas y cada una de sus pobres compis.

A pesar de que intento alejarme de ellas lo más posible para poder estudiar, escuchar música, leer o dormir (que es lo que más me suele pasar), su volumen sube y sube, y su charla dura y dura hasta que se despiden cuando llegan a sus paradas.

Pero bueno, reconozco que no todo es malo. Dentro de las charlas insustanciales, lo más divertido es oírlas hablar de chicos.

Para qué engañarnos, donde haya una charla sobre chicos, ¡el despellejar a las nuevas compañeras es una memez!.

El mundo está lleno de chicos monísimos, tú no lo sabes y yo tampoco pero te doy pistas…Están todos, todos en «la facul».

Así que aquí hago un inciso para las que pasamos la etapa universitaria hace tiempo: a lo mejor tienes que volver a matricularte de algo para encontrar al hombre de tu vida, medita, medita…

Y ahí, viene otra competición. Ya sabemos que las chicas somos muy competitivas y el debate se centra en si los mejores chicos están en Medicina, Filosofía, Teleco, ADE…Todos tienen que ser súper pijísimos, súper cachas o súper enrollados, lo que sea pero de la sección «súper», si no, no valen. Aunque otra opción es pasarte por las cafeterías, que siempre han sido y serán centro de reunión para todos.

Cuando yo hice la carrera, elegí el turno de tarde que era el más serio, error, error, error, porque claro, «la vidilla» y los chicos más guapos y majísimos estaban tomando cañas, jugando al mus o paseando su cuerpo serrano pero por la mañana.

Cierto es que en esa época yo tenía amigo especial y no me fijaba en nadie más, otro error de novata, porque como dicen mis compañeras de uni: «¿Pero qué haces con novio?…Con lo mona que tú eres, te llevas al que quieras de calle».

Así que si lo dicen mis expertas «uni-compis», amén.

Aclaración: Yo estoy contenta con mi elegido aunque no le conocí en la uni .

Otra aclaración: No me responsabilizo de que alguna se matricule en algo a los «taitantos».

2 comentarios

  1. evavill · octubre 1, 2016

    Jajaja, qué bueno. Pues sí que me han dado ganas de volver a la Universidad. Hace poco yo también volvía en el autobús (661) por si te suena y me tocaron dos chicas de ese estilo. A los cinco minutos me puse los auriculares, qué par de loros! Supongo que yo también lo he sido , ya lo he olvidado.

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